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Y llegó el esperado silencio, la ansiada privacidad, tu fastuosidad, sentada cosechando melodías en el piano, con tus delgados deditos recorriendo el teclado mientras nos elevábamos juntos en la sinfonía de nuestro amor y descendíamos entre las notas de una ilusión sin presente.
Y te hice el amor sin siquiera acercarme a ti, entre en tu alma mientras hacías magia con tus manos, lograste deshacer mis sueños al transformarlos en música.
Y te odié con toda la frustración que pude sentir, al saberte imposible, inalcanzable, demasiado lejana y sumamente perfecta, te odié al convencerme que te amo como un peregrino a su diosa.
Y te odié cuando te fuiste, cuando dijiste: "tengo que irme, ellos me necesitan", te odié cuando doblaste la esquina dejándome con palabras asfixiadas en mi garganta.
Y te amé nuevamente al escuchar tu voz, te ame al aceptar una esperanza inquilina en mi corazón, te ame al pensarte... feliz, con esa sonrisa tan fértil que me obsequias cuando eres partícipe de mis locuras, mis insólitas iniciativas junto a mis inesperadas sandeces; cuando por unos minutos te siento feliz.
Y amándote, y odiándote, y viviendo, y muriendo, y cuerdo, y demente, y cerca, y lejos; continúa marcando el calendario.

[Sin compra - venta, como era en el principio ahora y siempre]