Y entonces ella

Mi presente se cruzó con el tuyo en aquel Terminal, nuestras miradas hablaron antes que nuestras palabras, nuestras almas se tocaron antes que nuestras manos, y tu hálito besó el mío antes que nuestros labios se rozaran por primera vez en la oscuridad cómplice.
Un latido grave asesinó la soledad que habitaba en mí, el viento del norte trajo consigo dos estrellas centellantes que son tus ojos, aquellos de mirar profundo, ensueño entre párpados de seda, mirada dulce, melancólica, terrible, ojos inmortales de mirada matadora.
Y como olvidar tu mágica sonrisa, tu melódica voz que irrumpía presurosa en tu garganta en un inusual vaivén. Aliento a frutas secas y canela perfuman con algarabía tu voz; sonrisa pura… en primavera, deidificación del carió hecho carcajada.
Convulsionados los dioses están con el reflejo de la luna en su blanca piel, en su perfecta cintura y sus pechos pequeños; ideal para el amor, mujer hermosa, madre amante, ángel terrenal.
Y mis labios besaron tus manos cítricas, esas manos que pintan el mundo con tenues reflejos en la bruma de la madrugada, pinta ahora mi mundo de verdes matices, pinta mi sendero de piedrecillas blancas, pinta mi sonrisa después de besarte y rozar tu cuerpo.
Oh mi niña pequeña de belleza pura nacida de la frescura del valle y la espuma del río, cabellos oscuros que vigilan airosos aguardando inquietos el despertar de tus ojos claros, podría yo escribir en el cielo entero todo lo que provoca tu presencia, podría esperar semanas enteras tan sólo para disfrutar el segundo en que nace tu sonrisa.

Sólo déjame amarte, dame un pedacito de tu corazón y me lo ganaré completamente.

Esto lo escribí en agosto del 2006, cuando la conocí, cuando me enamoré de ella, ahora ya no está, gracias por recordarme las mariposas en la panza. Adios