Y la margaita dijo

- (…)
- Quiero que estés bien, no quiero que sufras por culpa mía.
- ¿Culpa tuya?, ¡No!, si termino amándote no será culpa tuya, aunque tu voz calme tempestades, tu sonrisa alumbre mi oscuridad y tu alma cure mis miedos; no será culpa tuya, sino mía, por pretender más de lo que es o debería.
- ¿Me amas?
- Aún no, pero me conozco bien, y sé cuando el vaso de mi alma esta copado y empieza a desbordarse.
- Lo siento.
- No lo sientas, yo estaré bien, sólo me hace falta entrar en contacto con mi amante soledad, hacerle el amor y sentirme nuevamente ligado a ella.
- ¿Entonces?
- Entonces cuando amanezca todo será como antes y cambiaré el vaso por la una jarra con más capacidad, pues la realidad no puede revertirse, pero sí controlarse. Entonces podré disfrazar mis temores y el amor será un tema más de conversación.
- No, no lo hagas, aún.
- ¿Hay alguna diferencia?
- (…)

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